Cada noche abría aquella aplicación y entraba en su cuento
particular, donde se sentía protagonista. Allí esperaba, sonriente y nerviosa,
a que él apareciera.
SUPREMO
ENTRAR
Dos palabras puestas, letra a letra, por ambos, pero aún
no le escribía nada en el chat. Le gustaba imaginarla increpando a la pantalla
del móvil y conteniendo las ganas de saludarle. Tendría que esperar.
QUIERO
ESPERA
Se impacientaba, pero ese era el juego y sabía que, de un
momento a otro, él le dedicaría alguna frase puñetera de las suyas.
VESTIDO
CARMÍN
DESEO…
Estas últimas palabras en el panel las estaban encajando
cargadas de intención y morbo.
La última, puesta por ella, dio pie a que él entrara en
privado a decirle: “A mí, ¿verdad? Soy irresistible, lo sé.”
Solo esa frase, tras unas carcajadas y un “¡Capullo!”, daba
paso a la anhelada conversación, unas veces sobre temas cotidianos, otras
envueltas en esa historia de amor y sexo que nació de una partida aleatoria.
Varios años jugando y, lo que empezó con un tonteo atrevido,
dio paso a una confianza que les llevó a necesitarse para contarse el día a
día, sus vacíos, sueños, carencias, enfermedades, deseos, fantasías, cambios y
el largo etcétera de unas vidas que no eran las que hubieran elegido justo en
esos momentos.
Un día, tras esos varios años de palabras, se vieron, se
olieron, se miraron a los ojos y, a partir de ahí, entró todo al pecho en
barrena. No se puede dar más detalle de algo que estalla y no tiene freno, no
tiene pedal como un coche para pararlo cuando quieres. Surgió todo lo que ya ambos
sabían que surgiría sin haberse besado aún.
A veces él no hablaba en días, sólo jugaba y eso era como
una señal de problemas serios, pero sin dejar de hacerle saber a ella que
seguía a su lado.
Es inexplicable, precioso y a la vez horrible, que
descarguemos al principio todo lo que nos mata por dentro y cuando tenemos algo
más con esa persona, cuando dejamos de ser extraños, nos cerremos
herméticamente con la única intención de no hacerla sufrir. Decidimos por la
otra persona. No tenemos en cuenta qué querría él o ella en este caso y lo más
seguro, lo más cierto, es que quisiera compartir nuestras miserias y ayudarnos
a llevar el peso aunque sea con unas risas, con un polvo virtual o simplemente escuchando
el silencio en silencio, juntos. Pero no las dejamos…
-Me estoy preocupando. Necesito saber algo o esta
incertidumbre me va a matar.
-No puedo decirte nada aún. Quiero pasar esto solo. Cuando
haya resultados y esté todo bien, hablaremos.
-Pero yo quiero ayudarte... Necesito verte, acompañarte,
luchar y sentir que los dos podremos con esto.
-Me ayudará saber que no te preocupas por mí. Me ayudará que
no me preguntes nada, por favor, y que sigas viviendo lo que no te han dejado
vivir hasta ahora. Eso es lo que quiero.
Silencio. No más frases puñeteras en el chat. De vez en
cuando una palabra puesta en el panel, una sola, pero hacía saltar el corazón
de ella.
Más silencio. Otra palabra.
TE
Ella coloca las letras de su jugada:
QUIERO
Más silencio. No hay palabras.
Está trabajando y, en el descanso, enciende el móvil
suplicando alguna señal, una palabra más. Abre una red social y la noticia la
parte en dos. Ahí está la señal, pero esta es una de esas señales hijas de puta
que nunca creemos que se puedan dar... Y sí, se dan.
A día de hoy no ha dejado de amarle.
Quizá con el tiempo le alivie algo el dolor caminar por
donde ambos soñaron que lo harían de la mano.
Quizá algún jugador de esa aplicación le empiece a tontear y
consiga desviar un poco el recuerdo.
Quizá debería desinstalarla, o no, porque es el cordón
umbilical que aún le une a él y no quiere olvidarle.
Quizá algún día sea capaz de vaciar el saco de “ojalás” que
llenaron juntos.
Ojalá sea capaz... “Eso es lo que quiero”.
Real, auténtico, el como pasa de buscar sensaciones a encontrar sentimientos.
ResponderEliminarO yo por lo menos lo veo así, de todas maneras autenticamente hermoso y demasiadas veces real, tristemente... ����⚓⚓
En este caso, tristemente real. A veces sentimos la fuerte necesidad de cambiar el desenlace, pero acabamos aceptando con mucha impotencia lo que nos trae el destino. Gracias por leer y comentar. Un beso.
ResponderEliminarSiento que así fuera, de verdad, a ti por expresarte así.
ResponderEliminarBeso desde la distancia ⚓⚓
Precioso relato: no sé si es real, pero podría serlo. Una bonita historia, con un triste final.
ResponderEliminarGracias. No me pasó a mí, pero es real, sí. Besos.
EliminarNo me canso de leerlo aunque las lágrimas no dejen de recorrer mis mejillas.Es una mezcla de inmensa tristeza y dolor con una alegría de poder tener esos recuerdos de la historia más bonita que pensé vivir. Algún día... quizás duela menos y solo quede mi sonrisa al recordarle. Te quiero
ResponderEliminarAh...la canción... Uffff
ResponderEliminarYo también te quiero. Gracias por dejarme escribir (torpemente) sobre algo tan grande. Abrazo, cariño.
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