1.-Prometo no volver a dejar asomar ternura, ni debilidad, inseguridad o necesidad de protección.
2.-Prometo no sonreir cuando tenga ganas de llorar, ni dejar que nadie vea las lágrimas.
3.-Prometo no volver a ser empática con problemas ajenos, ni estar siempre disponible.
4.-Prometo no esperar una llamada de vez en cuando, sólo por el gusto de oir una voz, ni una conversación nocturna, sólo por el gusto de hablar, reir, sentir más cercanía y menos miedo.
5.-Prometo escribir en vez de hablar y guardar lo escrito para que nadie lo lea.
6.-Prometo arquear una ceja y regalar una media sonrisa a ese cliente nervioso que no acierta a firmar un albarán, y visitarle con escote generoso, para ponerle más nervioso y sentirme poderosa en vez de temerosa.
7.-Prometo hacer creer que todo va bien y hacer el amor sin amor (o follar) con quien se presente, a cualquier hora, sin más expectativas ni objetivo que mi (o mis) orgasmos, por encima de todo y de todos.
8.-Prometo coser, con hilo de pescador, cada una de las heridas, para evitar los deditos y las lenguas que andan hurgando en ellas.
9.-Prometo escupirle al sol, cuando haga un intento de atardecer bonito, e insultar a la luna cuando alumbre la oscuridad.
10.-Prometo ser insensible, sarcástica, irónica, cínica, sorda, ciega, manca, muda, maliciosa, ruin, canalla, tramposa... una zorra lista o, mejor, una gran hija de puta.
11.-Prometo no decir palabras malsonantes ¡¡ostia!!
12.-Y prometo prometer cualquier cosa prometible, para poder incumplir promesas.
Me arrepiento de arrepentirme y vivir con arrepentimiento, echando la vista atrás constantemente para buscar el fallo que no deseo volver a cometer. Me arrepiento de haber frenado cuando debí acelerar... y viceversa. O quizá me arrepiento de arrepentirme de esto también.